lunes, 23 de marzo de 2015

CUENTO - CAMPO SEMÁNTICO DE LA MEDICINA

VISITA A LA CONSULTA

Claudia era una niña de siete años con un sueño: quería ser médico. Su madre era pediatra, su padre era médico y sus abuelos lo habían sido. Siempre había soñado con ir al hospital, bueno, al hospital ya había ido, cuando se rompió el brazo, pero quería ver qué utilizaban los médicos.

Un día, su madre le dejó ir a su consulta: ese día nadie había pedido cita a partir de las siete, así que la invitó a ir. Claudia le dijo a su madre que le enseñase los instrumentos básicos utilizados en pediatría, y los que usaban los asmáticos: Claudia era asmática. Cuando Claudia entró en la consulta se quedó asombrada: había decenas de estantes, cada uno con un tipo de cosas que no conocía relacionadas de alguna manera entre sí.

Su madre comenzó a presentarle los estantes. Comenzó por uno que tenía cosas muy raras. Su madre le dijo: ``este estante es de cosas que utilizan los asmáticos´´. Comenzó a presentarle los utensilios: el inhalador, que ayudaba a respirar y limpiar los pulmones, y entregaba una cantidad justa de medicina a los pulmones, el broncodilatador, que hacía que los pulmones se relajaran para poder coger más aire y muchos otros utensilios.

Luego le enseñó los utensilios que usaba ella habitualmente. Comenzó por el fonendoscopio, que era el que casi siempre usaba su pediatra, que servía para escuchar los sonidos internos del cuerpo humano, el otoscopio, que sirve para examinar el canal auditivo, también usan balanza para pesarnos, y los palitos higiénicos para examinar nuestra garganta, que son los que siempre le regalaba el médico a Claudia, y que luego usaba para jugar a médicos con sus muñecos.

Sin duda, ese día, Claudia aprendió mucho sobre el oficio  de su madre y, además, se convenció aún más para ser pediatra. Al llegar a casa, examinó todas las palabras nuevas que había aprendido: el inhalador, que ella ya utilizaba, pero no sabía cómo se llamaba, el broncodilatador, el fonendoscopio, el otoscopio, la balanza y los palitos higiénicos. A pesar de tener siete años, Claudia entendió perfectamente todas esas palabras y su definición.

Ahora Claudia tiene 36 años, y trabaja en una consulta propia en Madrid, donde atiende a docenas de niños al día y, ¿sabes qué? : es más feliz que nunca.

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