CAPERUCITA ROJA EN VERSO
Érase una vez una niña muy tozuda
a la que le gustaba llevar una caperuza.
Un día su madre la llamó
y una cesta le dió.
-A tu abuela has de llevársela
está enferma y en cama.
Cuidado por el camino
no te encuentres, con algún cochino.
-No hay cerdos por el camino
los pájaros los espantan con su alegre trino.
Y así la niña por el camino se fue
y de repente ¡vio un pez!
La advirtió de que había un lobito
que se comía a los cerditos.
De repente de la nada salió
¡un lobo aterrador!
Caperucita no sabía qué hacer
¿Hablar o correr?
Decidida y aterrada
se quedó allí parada.
-¿A dónde vas, niñita?
-Voy a casa de mi abuelita
Enferma está
y miel y leche le voy a llevar.
-¡Que niña tan encantadora!
¿Tu abuela es Teodora?
-Si, pero no debo entretenerme
aquí no puedes retenerme.
-Nada lejos de mi intención
soy un lobo encantador.
-Yo no me lo creo
pues no eres un lobo bueno.
-¿Quieres que te demuestre
que soy un buen corredor?
-Te apuesto un tenedor.
- Hasta la casa de tu abuela
te echo una carrera.
-Pero, si gano, ¿qué me darás?
-Mi sombrero,
me lo hizo un marinero.
-No era lo que yo pensaba,
pero mi prima lo llevaba.
Acepto tu apuesta,
pero quiero mi recompensa.
-Ahora no te la voy a dar
primero has de ganar.
- A la de una… a la de dos
¡y a la de tres!
Los dos corriendo salieron
a través del pueblo.
Pero el lobo corrió como un bobo
y un atajo le enseñó su primo Toto.
Él primero llegó
y a la abuela se encontró.
De un bocado la intentó comer
pero en el armario se tuvo que esconder.
Al ver que venía la niña
en el armario rebuscó
y las ropas de la abuela encontró.
Con ellas se disfrazó
y vino un cazador
que a la abuela y su nieta salvó
y al lobo en una alfombra convirtió.
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