TODOS AL LAGO
Era un día soleado, y el ratón Ratolón decidió que lo mejor que podía hacer era irse a pasar un día en la playa. Pero no iría solo, llamaría a su amiga la avestruz. La avestruz Avellá aceptó encantada, pero no sin ir a pescar allí. Ratolón le pidió que le prestara una caña y una cesta para pescar. Con las cosas cargadas al hombro, partieron hacia el lago, pero Avellá dijo que si iban a pasar todo el día allí, deberían coger comida. Ratolón dijo que a él sólo le quedaban unas pocas provisiones de queso, pero a Avellá no le gustaba el queso, y a Ratolón no le gustaba nada excepto el queso, fuese del tipo que fuese. Así que, para no tener que cargar con toda la comida, fueron a la tienda de Copón el león, que vendía de todo. Compraron un limón, melón, sandía, jamón, salmón y arroz. Y con eso se fueron al lago. Ya por el camino se encontraron con Lón el revisor de tren, y decidieron que como ya llevaban mucho tiempo caminando, podrían darse el lujo de ir en tren. En el tren, se encontraron con Lopilón el camaleón, que también iba a ir al lago, y decidieron que sería una buena idea ir juntos, cuantos más mejor. En el viaje, Lopilón les contó que su amigo Chipi el chimpancé vivía allí, y que podían llamarle para pescar todos juntos en ese precioso lago.
Ya de camino al lago, se encontraron con sus amigos el perro y el gato, y todos se fueron juntos. Ratolón decidió que había que comprar una manta para el picnic. Buscaron y buscaron, pero allí no había mantas. El perro y el gato miraron en su cesta, pero sólo había patatas, tomates, carne, pescado, lechuga y naranjas. Pero sí, rastro de su manta. El perro dijo que estaba seguro de que la había metido en su cesta, pero allí no estaba. - ¿Dónde están mis cañas de pescar? - preguntó Avellá, que no las encontraba. Si, estaba claro que alguien les estaba tomando el pelo a todos. A cada uno le faltaba una cosa: a Avellá sus cañas de pescar, al perro y al gato su manta de pícnic y a Lopilón su cebo para pescar.
Cuando por fin llegaron al lago, Chipi el chimpancé les ayudó a buscar a ese ladronzuelo. Les contó que últimamente a él le habían robado muchas veces el las últimas semanas. De repente, vieron a un astuto hipopótamo que corría con un saco lleno de ... ¡Sus cosas! Fueron tras e intentaron atraparlo, pero era el único hipopótamo que corría mucho. Lo atraparon: era un hipopótamo muy arreglado, con unas piernas muy largas que decía que quería volver al agua pero no podía, porque era el único hipopótamo del mundo que tenía pánico escénico al agua, y por eso no se podía meter en ella. Le perdonaron y le invitaron a pescar y comer con ellos, pero eso después de haber devuelto todo lo que no era suyo. Y así todos, aunque casi no se conocían, se hicieron grandes amigos.
Muchos días después, quedaron todos juntos otra vez, y cada uno llevó un amigo nuevo, y así todos lo conocían y acabaron teniendo muchos más amigos, todo eso por una pequeña excursión al lago. Pasaron de ser dos amigos a ser veinte.
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